Errante por el mundo fui gritando:
"La gloria, dónde está..."
Y una voz misteriosa contestóme:
"Más allá, más allá..."
En pos de ella seguí por el camino
que la voz me marcó.
Hállela al fin, pero en aquel instante
en humo se trocó.
Más el humo, formando denso velo,
empezó a remontar
y, penetrando en la azulada esfera,
al Cielo fue a parar.